Por motivos que no vienen al caso hice un blog, no le encontraba una
utilidad y tras tiempo pensando para qué podía usarlo, he decidido que puede
ser para algo que siempre me ha gustado y unir así dos aficiones. Una, contar
historias y la otra, mi tierra. Y hoy, día de San Mateo iniciamos este blog.
He viajado por España, por sus ciudades y he disfrutado de cada una de ellas cada vez que las he visto. He disfrutado de sus gentes, de sus calles, de sus comidas, de sus bosques, de sus castillos, de sus monumentos... pero qué tendrá la tierra de uno, que no hay nada comparable. La suerte de ser de esta ciudad es que en cualquier momento puedes hacer de turista y redescubrir sus rincones o descubrir cada día algo diferente.
He viajado por España, por sus ciudades y he disfrutado de cada una de ellas cada vez que las he visto. He disfrutado de sus gentes, de sus calles, de sus comidas, de sus bosques, de sus castillos, de sus monumentos... pero qué tendrá la tierra de uno, que no hay nada comparable. La suerte de ser de esta ciudad es que en cualquier momento puedes hacer de turista y redescubrir sus rincones o descubrir cada día algo diferente.
Tenemos aquí, como en otros sitios, la costumbre de pasear la ciudad. Hay gente a cualquier hora y no es que el clima acompañe en ocasiones, es un clima de meseta, frío y seco en invierno y, seco y tórrido en verano. No llueve mucho y apenas nieva. El frío se combate bien, con un buen abrigo, buena compañía y un chocolate calentito, y el calor, es imposible combatirlo. Apenas hay primavera ni otoño, pasamos de ir en manga corta a llevar una chaquetilla y en una semana el abrigo, o al revés, nos quitamos el abrigo y en dos días vamos en tirantes. No sabemos lo que es el entretiempo. Pero nos gusta pasear, sea cual sea la temperatura en la calle.
Plaza Mayor de Salamanca |
La vida en la ciudad es tranquila y segura. En octubre llegan las hordas de estudiantes, miles y miles de jovenzuelos, que llenan las calles con su presencia y algarabía, lo que contrasta con la tranquilidad de la vieja ciudad. Los chicos llenan calles, plazas, bares, universidades. No suele haber problemas, vienen, estudian, se divierten, algunos encuentran al amor de su vida y se marchan, como diría Unamuno, «con la voluntad de volver» y así lo espero.
Cuando los estudiantes se marchan en Navidad, vuelven a casa todos aquellos que han tenido que marcharse fuera, porque la ciudad es maravillosa, pero no hay trabajo y sin trabajo hay que marcharse, porque aquí, no tenemos espíritu emprendedor. Cuando se marchan en Semana Santa, vienen todos los de fuera y los turistas a disfrutar de una Semana Santa íntima, seria y profunda. En verano vienen los extranjeros a los cursos de español de la Universidad y las Academias y llenan la ciudad de cabelleras rubias, ojos rasgados y lenguas extrañas.
El carácter de las gentes de esta tierra es recio, no es borde, no es maleducado, no es prepotente, no es soez, no es desagradable, somos Recios. Leí en una ocasión que algún escritor había publicado un libro diciendo que los salmantinos éramos los andaluces de Castilla. Vamos, la alegría de la huerta, nunca supe si era una ironía.
Es cierto que somos recios y de carácter seco. Pero eso se pasa, a la media hora dejamos las puertas de nuestra casa abiertas para cuando quieras entrar. Y así somos los charros. Recios y nobles de corazón.
He aquí que comienza el desarrollo de la idea de conocer y dar a conocer Salamanca. Siempre desde el cariño y la admiración a mi tierra y sus gentes.
No sé muy bien por dónde empezaré, pero sí decir que me nutriré de todas las fuentes disponibles a mi alcance: periódicos, libros, webs, folletos... todo lo que me haya dado información de las cosas que hay en la ciudad y que los míos y yo disfrutamos profundamente.
Hola Tt, que sepas que me gusta tu blog. Lo miro de vez en cuando y ¡gracias! voy conociendo mucho mejor la historia y curiosidades de mi ciudad. Y totalmente de acuerdo, si hay una palabra que nos define a los salmantinos es "recios". ¡Y a mucha honra! ja, ja... un beso.
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