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Casa de Doña María la Brava |
Situada en la Plaza de los Bandos nos encontramos con la Casa de María la Brava de estilo renacentista, construida en el año 1485 perteneciente al bando de Santo Tomé.
En el solar donde estuvo la verdadera casa de doña María Rodríguez de Monroy, edificaron sus descendientes otra hacia 1485, de la que queda tan sólo la fachada, ligeramente alterada por un balcón que se abrió posteriormente.
Tiene un amplio portalón de entrada con grandes dovelas de cuyos salmeres (primera piedra de un arco adintelado) nace un alfiz (moldura que rodea la parte exterior de un arco) que rodea los escudos, el balcón y la toza de piedra labrada de cardinas naturalistas que está sobre el balcón. Está decorado a todo lo largo por bolas, ornamentación muy usada en la época de Isabel la Católica.
El escudo principal está sobre el balcón es de los Enríquez de Sevilla. El de la izquierda lleva las armas de los Monroy, las mismas que pertenecieron a doña María y el de la derecha, las de los Maldonado.
Tiene la casa un amplio zaguán (entrada inmediata a la puerta de la calle) y una escalera no muy grande que corresponden a alteraciones hechas en el siglo XVII. Durante bastantes años del siglo XX la casa acogió las dependencias del Centro Farmacéutico Salmantino. Actualmente se remozó la casa para hacer un hotel pero no está abierto al público.
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Detalle del balcón y los escudos |
No sé muy bien porqué, pero la historia de la señora de la casa siempre me ha encantado.
Las familias nobles de Salamanca estaban enfrentadas por el control de la ciudad en dos bandos, el de San Benito y el de Santo Tomé. Era el típico enfrentamiento violento, duro y cruel propio de la época.
Doña María, natural de Plasencia, casó con don Enrique Enríquez y a partir de ese momento residió en Salamanca en la casa que hemos descrito, integrándose por su pertenencia familiar al bando de Santo Tomé. Tuvo dos hijos, Luis y Pedro, los “Enríquez”. Enviudó pronto.
Ya crecidos los hijos, tomaron parte en las luchas contra los de San Benito. En una de esas refriegas, fueron muertos por los hermanos Gómez y Alonso, los Manzano, del Bando de San Benito, en el trascurso de un juego de pelota. Tras la muerte de los Enríquez, Los Manzano tomaron camino de Portugal para evitar lo inevitable.
Cuentan que Doña María no se encontraba en la ciudad cuando esto ocurrió a sus hijos, vino enseguida y tras el entierro y con el pretexto de llorarles partió a tierras segovianas con un séquito de veinte hombres. Una vez lejos de la ciudad, cuando ya nadie podía verles y habiéndose asegurado de que no les seguían, el séquito cambio su rumbo y se tomó el camino a Portugal, a una posada en Viseu, donde estaban los Manzano. Cruzó la frontera portuguesa, encontró a los asesinos de sus hijos, los mató, los decapitó y volvió, con las dos cabezas clavadas en sendas picas a modo de estandarte. Una vez aquí ordenó que las colgasen de los garfios de la puerta de su casa (en otras narraciones se dice que dejó las cabezas decapitadas sobre las tumbas de sus hijos con la mano siniestra para no manchar la diestra, que la vida de un Enríquez con otra vida se paga). Desde entonces fue conocida como María "la Brava".
Este hecho, evidentemente, generó más violencia y más combates, entre los dos bandos, hasta que intervino el
padre Juan de Sahagún y consiguió apaciguar los ánimos y terminar guerra de los bandos.
Si uno entra por la c/ de Espoz y Mina, a la izquierda de esta casa, una calleja con un encanto especial, desemboca en la Plaza de la Libertad, a mano derecha nos encontramos con la
Casa de los Manzano, ahora ocupada por las dependencias del Oager. Es muy fácil verla por las banderas de su fachada propias de un organismo oficial.